Para Aristóteles, la física es la ciencia que estudia los seres corpóreos o materiales, en tanto en cuanto son susceptibles de cambio o movimiento.
La física aristotélica posee un profundo sentido finalista o teleológico porque está convencido de que la naturaleza no hace nada en vano.
Aristóteles entiende por “seres corpóreos” o “seres materiales” no sólo a los minerales, sino también a los vegetales y a los animales, incluido, por supuesto, el ser humano.
Aristóteles distinguió dos clases de seres: los naturales, también denominados “seres por physis”, y los artificiales, también llamados “seres por techne”. Los seres naturales son aquellos que “tienen en sí mismos el principio de movimiento y de reposo”, como los minerales, los animales y las plantas. Los seres artificiales son los originados por medios de la técnica o del arte, o sea, aquellos que poseen un principio extrínseco de movimiento. Así un vestido sería un ser artificial en tanto en cuanto es vestido. Sin embargo, en cuanto está compuesto, por ejemplo, de algodón o seda, pertenece a la naturaleza y, por tanto bajo este aspecto se encontrará sometido a las leyes naturales.
Así pues, los objetos techne, por una parte, dependen de los objetos physis o, lo que es lo mismo, solo gracias a la existencia de estos pueden existir aquellos. Por otra parte, la techne o “arte” se ve obligada a tener en cuenta los principios, las leyes y las exigencias de la physis o naturaleza, lo cual significa que con unos materiales pueden hacerse vestidos, con otros carros, con otros música, etc. Eso sí, en manera alguna puede hacerse todo con todo.
Vemos pues que frente a la posición de Platón, que situaba la auténtica realidad en el mundo de las ideas, Aristóteles la sitúa en este mundo. En este sentido, todas las cosas o son naturales o se han hecho con cosas naturales.
(Diego Sánchez Meca y Juan José Abad Pascual. Historia de la filosofía. Bachillerato 2. Editorial Mc Graw Hill. Madrid. 2009)